Respondiendo a los haters

Buenas noches o buenos días depende desde dónde me leas. Te contaré algo que me ocurrió antes de «cerrar por vacaciones».

Una persona responsable de una congregación me comentó lo siguiente:

«…Desde el lugar que habláis de respetar la libertad de cada uno. De la tolerancia y tal… podríais no generalizar cuando habláis de iglesias u no comparar a todas con sectas rancias (esto es de primero de convivencia)…»

Y he visto que varias personas que siguen en secreto mi contenido piensan algo similar. Secreto, no tan secreto porque me dejan sus comentarios u opiniones. Me encanta crear diálogo y debate, lo que no me agrada – pero a su vez, asumo – es que personas que desde un principio son antagonistas a mi narrativa, me intenten robar mi paz. Spoiler alert: nada ni nadie roba mi Paz.

Sí, congregaciones, comunidades religiosas y de fe hay miles. Todos tenemos derecho y libertad de acogernos a la libertad religiosa y es un gran regalo de nuestro mundo democrático.

Tener la posibilidad de pertenecer a un movimiento religioso o a una iglesia en concreto nunca será el dilema ni el tema principal de mi contenido: me es indiferente vuestra creencia religiosa. Me es indiferente, porque no soy teóloga ni es un blog de proselitismo religioso. Tampoco es un blog de difamación ni de apoyo a una creencia religiosa en concreto.

Lo que sí es relevante para mí, es la actitud en cómo la cosmovisión religiosa de la que seas parte se aproxima al fenómeno LGBT (entendiendo fenómeno como realidad, no como cosa extraña). Si el acercamiento es desde la hostilidad, o desde la negativa, ahí sí tendremos un situación complicada: no voy a permitir que la libertad de opinión se utilice para denegar la libertad de existir y vivir de las personas LGBT.

¿Podemos entender esto? Porque noto que hay una dificultad en entender la diferencia entre respetar a las personas, respetar y tolerar las diferentes creencias religiosas, y luego está abogar activamente por la dignidad de seres humanos.

Cualquier iglesia especifica puede tener un gran local, un gran púlpito, grandes pantallas LED de última generación, costosos equipos de sonidad e iluminación… podrá parecer estéticamente todo lo atrayente posible. Pero cuando la libertad humana es socavada y la identidad de sus miembros negada, pues sí, es por lo menos, una iglesia «rancia». Por no llamarlo como realmente es: homófoba.

En conclusión, sea quien sea que leas esto. Si al leerlo sientes que te da risa, pues estupendo. Roza el ridículo que tengamos que dar explicaciones, sobre nuestras explicaciones de por qué ser LGBT es algo válido y digno. Pásate por la cuenta @phantomoftheagora y déjame un cándido comentario que seguro me hará ilusión.

Si lees esto y quieres arder en ira. Pues entonces sí es contigo el artículo. Y lo único que puedo decir es: hay una X en la parte superior, haz click y adiós.

Mi contenido no es para personas homófobas que quieren perpetuar su ideología.

Mi contenido es para personas LGBT que se sienten solas, que sienten que se les ha encarcelado en su propia conciencia, que este podría ser el único lugar donde pueden sentir esperanza. También es contenido para amigas, amigos, y aliados del colectivo, personas que sin importar su orientación sexual ni su identidad de género, abrazan la diversidad sexual. Por último, es contenido para aquellas personas que sólo han escuchado un discurso hostil y denigrante, y sin ser conscientes de ello, son homófobas, pero desean aprender, para cambiar.

Si no te encuentras en estos tres grupos, mi contenido no es para ti.

XOXO, Phantom.

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