PODER Y FILOSOFÍA: una historia de amor tóxica (II)

La semana anterior hablamos sobre Platón y esa fusión con el poder con el Rey filósofo. Pero hay otra perspectiva completamente distinta, en la cual la sabiduría, la virtud no es la más apta para el Príncipe. ¿Empezamos?

Puedes leer el anterior aquí

MAQUIAVELO: EL GRAN DIVORCIO

Maquiavelo (1469-1527, Florencia) es consciente que tener esperanza en esa unión perfecta platónica es perder el tiempo y desperdiciar energía en construir un sistema político que sí se ajuste a las realidades y necesidades de la ciudad. Y a esto se dedica. Y como en toda gran construcción, es necesario derrumbar lo anterior para reconstruir, por lo tanto, el divorcio debía ser firmado rápido y en seco.

Lo que la ciudad necesita, no es un líder altruista, ni un mesías pródigo, no, esas personas pueden dedicarse a una vocación clerical si desean. La ciudad lo que necesita es un protector, una mano dura contra los enemigos, contra los desertores, contra el desorden social, necesita un soltero capaz de todo.

Hay algunos políticos que ganan popularidad porque parece que «son capaces de todo» por su país.

Maquiavelo no hace una apología a la maldad o la indecencia como el término «maquiavélico» ha venido a resonar a nuestros tiempos.

Maquiavelo quiere un gobierno real, eficaz y estable. Suena bien, suena necesario. Y para ello, el líder debe sacrificar su propia moralidad, sus propios ideales con el fin de preservar, mantener o conquistar por el bien de su ciudad.

¿La filosofía, el Bien? es estupendo, deseable para muchos, pero no para el líder. El líder no puede estar encerrado en una moral rígida, porque sería desventaja frente a opositores sagaces. El Príncipe debe ser como un lobo rapaz para disponer todo su poder por el bien de su gobierno.

Sin duda suena frívolo, pero es el gobierno desprendido de esa esencia idealista, en la que el gobernante debería ser estandarte moral y espiritual, o ese héroe que sacrifica su estancia en el mundo perfecto por rescatar a los «dejados atrás».

Buscar en los políticos referentes morales es algo interesante, si uno nos parece «bueno» lo elevamos casi a figura religiosa, ¿no es interesante?. Ilustración de  © Amit Shimoni

No, quizá esa imagen sirve para la religión o al mito. La ciudad necesita protección contra el hambre, contra la guerra, contra las rebeliones, contra divisiones.

Este es el aspecto que Maquiavelo encontró fundamental para la Italia de su tiempo, y quizá a veces deberíamos recordar que nuestros líderes no están solo para ser referentes morales o para escribir libros de superación, sino para conseguir resultados y la protección necesaria para nuestra calidad de vida. 

Maquiavelo, para que la Filosofía no sufra más decepciones, ni para que el Poder le sea infiel, ha decidido un divorcio limpio. 

Conclusión

Vivimos tiempos convulsos, y releer a autores que vivieron etapas de grandes retos como la nuestra y conocer cómo las enfrentaron deberían aportarnos herramientas para que nuestra generación comience a formular nuevas propuestas adaptadas a nuestras necesidades.

Quizá ya sabemos que el Rey filósofo es mito, pero que el Príncipe Maquiavélico no encaja con nuestro fervor de libertad, quizá el matrimonio ni el divorcio sea lo más favorable en nuestro caso, bastaría con una cómoda amistad para darle un nuevo horizonte a las políticas actuales.

¿Qué opinas sobre esto?

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